La violencia en el Triángulo Norte en Centroamérica es de la más altas desde 1990, según revelan los índices de los últimos años que recoge la comunidad académica. De hecho, en 2012, la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) la había catalogado como una de las regiones más peligrosas del planeta, debido a la influencia del crimen organizado.
En este contexto, el programa CaPAZ trabaja en Guatemala, Honduras y El Salvador para mejorar la resiliencia social y la empleabilidad de jóvenes a fin de prevenir la violencia en municipios seleccionados de la región. Entre sus actividades, presentó este mes una investigación trinacional titulada “¡Escúchennos! Somos capaces de contribuir a la paz en el Triángulo Norte de Centroamérica”.
En este estudio, un grupo de jóvenes de los tres países centroamericanos recopilaron, a través de grupos focales, la opinión y experiencia de 117 pares, quienes identificaron los principales desafíos con los que se encuentran al momento de acceder a oportunidades formales de empleo y educación.
Entre las barreras identificadas se detectaron la discriminación por zonas de origen, poca flexibilidad para madres solteras y estigmatización a jóvenes pertenecientes a la comunidad LGBTI+, entre otras. Por estas razones, afirmaron, la juventud se siente frustrada al momento de trabajar en su desarrollo personal y profesional.
Los investigadores resaltaron que, a pesar de las dificultades, las personas jóvenes se sienten motivadas para encontrar una solución a los retos planteados que les permita mejorar su calidad de vida. Por ello, el estudio destaca que es fundamental que los actores que trabajan en estrategias de desarrollo para la juventud conozcan su perspectiva. De esta manera, se podrán ofrecer soluciones que se ajusten a sus necesidades.
Esta investigación participativa es un proceso auspiciado por la Cooperación Alemana al Desarrollo Sustentable (GIZ, por sus siglas en alemán) y la Secretaría de la Integración Centroamericana – SISCA. Participaron, además, jóvenes de las organizaciones de Jóvenes contra la Violencia de los tres países participantes, así como de la Fundación Salvador del Mundo en El Salvador, el Centro Asesor para el Desarrollo de los Recursos Humanos – CADERH en Honduras y la Fundación Fe y Alegría en Guatemala.