Desde la perspectiva de la Red Sectorial Estado y Democracia en América Latina y el Caribe (REDLAC),una buena práctica es una acción exitosa (estrategia, modelo, procedimiento) que ha permitido solucionar un problema o aprovechar una oportunidad de manera innovadora que cumple con cuatro criterios:
La replicabilidad de la buena práctica consiste en que contenga una metodología que se pueda repetir a partir de una adaptación contextual. De esta manera, se consideran las lecciones aprendidas para poder aprovechar esa experiencia en un nuevo espacio.
La buena práctica presenta una mejora en una medida de cambio y este impacto es demostrable en la obtención de un objetivo específico. La mejora debe ser valorada positivamente en los individuos y/o comunidades.
La buena práctica debe presentar una sistematización de los resultados verificables. La medición del cambio debe ser clara y generalizable para permitir la comparación en distintos escenarios.
La sostenibilidad de la práctica se define como la durabilidad que la acción tiene a largo plazo. Por ello, la práctica tendrá que ser institucionalizada, asumida e interiorizada por los actores involucrados. La sostenibilidad también necesita de una armonía contextual que permita la sostenibilidad político-institucional, financiera, económica, social, cultural y medioambiental.
Si tu iniciativa cumple con estos cuatro criterios básicos puede ser considerado una buena práctica a reportar en algunas de nuestras áreas: seguridad y convivencia ciudadana, migración y refugio e inserción socioeconómica y restitución de derechos.